viernes, 8 de enero de 2010

Coherencia!



Tú dices que quieres igualdad, un mundo sin discriminaciones, solidario, ¿verdad?
Ahora recuerda tus pensamientos cotidianos, ¿no hay discriminación en ellos? ¿Nunca juzgas peyorativamente a personas de otras razas, culturas, ideas, costumbres, apariencias?
¿Juzgas también a personas como guapas y feas? ¿Gordas, flacas?¿Te has preguntado alguna vez qué energía llevan esos juicios?¿Qué consecuencias?¿No hay discriminación aquí?
Cuándo llamamos a alguien feo, ¿lo decimos para valorarlo?¿Lo decimos porque según nuestro punto de vista es “la verdad”?
Este concepto de verdad es cruel y discriminatorio. No se acepta ni se ama la diversidad, defendemos modelos estándar de belleza. Toda persona que se salga de ellos es menospreciada. La actitud de admiración o respeto ante alguien que nos parece hermoso no tiene nada que ver con el desprecio o la indiferencia ante otro que te parece feo. Además, no decimos “me parece” feo, sino “es” feo. Damos por hecho algo que es universal, y es una visión relativa y parcial nuestra.
Conociendo la historia de la humanidad, vemos que según épocas y culturas los conceptos de belleza varían muchísimo. El modelo impuesto a la mujer de hoy sería horrible en otro siglo, se asociaría al hambre y a la enfermedad. Hoy nos atiborramos de sol, buscando ese moreno tan preciado; en otra época sería signo de clase baja trabajadora. ¿Cuál es la realidad?
El hecho de que no veamos hermoso, o guapo a alguien no es porque no lo sea, sólo se manifiesta nuestra incapacidad para ver su belleza personal y única. Cuando criticas, sea lo que sea, estamos hablando de nosotros mismos, no de los demás, de nuestros prejuicios, de nuestros valores, de nuestras ideas, de nuestros filtros discriminatorios y de nuestro concepto de dignidad.
Si observamos la naturaleza, ¿nos gustaría que todo fuese igual?¿Un mismo color?¿Un solo tipo de flor, montaña o árbol? Precisamente es la diversidad la que abre los sentidos. Cada persona, cada color, cada forma, habla por sí misma.
Cuando criticamos un cuerpo le estamos diciendo que se rechace a sí mismo, que no vale lo suficiente. El poder y los intereses crean modelos que, con las comunicaciones actuales, llegan a todos los lugares. Esto ha provocado que miles de mujeres japonesas se operen los ojos para europeizarse; que los negros quieran dejar de ser negros; que mujeres de estatura media quieran estirarse para dar la talla, que hombres obsesionados con la juventud busquen cualquier medio para quitarse las arrugas que siempre han tenido nuestros abuelos. ¿Es este el mundo al que aspiramos?
Hay quien no ve hermoso un atardecer; o le avergüenza emocionarse con el abrazo de un amigo. ¿Por qué alguien lo ve bello y otro no? Nuestra sensibilidad y nuestra capacidad están muy relacionadas.
El día que realmente ames la diversidad, que veas lo hermosos de cada ser vivo y lo valores… ese día serás libre, vivirás experiencias que no puedes imaginar ahora mismo, entenderás la palabra “plenitud”. Estarás colaborando en la construcción de una sociedad mejor, tus acciones serán acordes con lo que dices defender.
¿Qué es la belleza?¿Quién la juzga? Si queremos un mundo justo, pensemos con justicia. Si queremos un mundo alegre, pensemos con alegría. Si queremos paz, pensemos pacíficamente, la sentiremos y actuaremos con y hacia la paz. Sin este paso, sin ser coherentes con lo que pensamos y hacemos, no podremos avanzar. Si queremos discriminar, adelante. Pero no digamos que buscamos un mundo justo y amoroso: nos ahorraremos quejas, fantasías huidizas y malestares. Tenemos que elegir.

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